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Publicaciones

Cambio en la fortaleza gubernamental e institucional de México: consideraciones desde la perspectiva de los servicios financieros (Financier Worldwide Magazine - Septiembre 2018)
Los sistemas financieros se basan en la estabilidad, instituciones sólidas, políticas públicas sólidas y previsibilidad. Todo lo cual tarda mucho tiempo en desarrollarse y puede dañarse rápida y fácilmente. En los países en desarrollo, como México, donde la desigualdad socioeconómica es una realidad, los formuladores de políticas tienen grandes incentivos para ofrecer a sus electores la promesa de enmiendas a las políticas comerciales y financieras dirigidas a reducir esa disparidad.
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La nueva ley mexicana de tecnología financiera: equilibrando la innovación, la seguridad y la estabilidad (Financier Worldwide Magazine - Agosto 2018)
Varios factores han contribuido a que México se convierta en un terreno fértil para las empresas FinTech. Al igual que en otros países, la demanda de préstamos más baratos, mayores retornos y servicios financieros más ágiles, combinados con sentimientos de desconfianza hacia los intermediarios financieros tradicionales y grandes sectores de la población que se quedaron (o sintieron) desatendidos, han dado lugar a oportunidades comerciales para estas empresas.
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Los Mejores Abogados en México 2018
Gaxiola Calvo, S.C. dentro de los mejores abogados en México de los Tops México.
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Cambio en la fortaleza gubernamental e institucional de México: consideraciones desde la perspectiva de los servicios financieros

Los sistemas financieros se basan en la estabilidad, instituciones sólidas, políticas públicas sólidas y previsibilidad. Todo lo cual tarda mucho tiempo en desarrollarse y puede dañarse rápida y fácilmente. En los países en desarrollo, como México, donde la desigualdad socioeconómica es una realidad, los formuladores de políticas tienen grandes incentivos para ofrecer a sus electores la promesa de enmiendas a las políticas comerciales y financieras dirigidas a reducir esa disparidad. Si bien tales enmiendas son deseables y, a veces, necesarias, las decisiones impulsivas o las basadas en soluciones a corto plazo podrían no lograr su propósito o tener un efecto adverso en el desarrollo financiero y económico al dañar las condiciones mencionadas anteriormente. Las leyes eficientes, las instituciones sólidas y la oposición política ayudan a mantener la estabilidad y la previsibilidad a lo largo de las transiciones del gobierno, al obligar a la nueva administración y a su partido político a actuar dentro de un marco legal conocido y negociar cualquier cambio propuesto a la dirección y las políticas del país.

El 2 de julio de 2018, México despertó a una nueva realidad política. El 1 de julio se celebraron varias elecciones a nivel federal, estatal y municipal, incluidas las elecciones presidenciales y del Congreso a nivel federal, así como varias elecciones ejecutivas y legislativas estatales y municipales, en las que los candidatos de izquierda fueron elegidos por un aplastante aplauso.

Con una participación récord de 63.44 por ciento, los votantes mexicanos otorgaron un amplio margen a Obrador, quien fue elegido presidente con 52.9 por ciento de los votos. Su oponente más cercano, Ricardo Anaya, obtuvo el 22.4 por ciento. Obrador asumirá el cargo el 1 de diciembre de 2018. Su partido de izquierda, Morena, dirigió la alianza tripartita (Juntos Haremos Historia, formada por Morena, PES y PT), que, además de la presidencia, ganó el mayoría en ambas cámaras del Congreso y en muchas legislaturas estatales, así como en varios gobiernos estatales y municipales.

Como resultado, México tendrá un gobierno de izquierda por primera vez en décadas. El gobierno de Obrador también será el primero desde 1997 en tener una mayoría en el Congreso a nivel federal, incluidos los escaños ganados por la alianza Juntos Haremos Historia. Esto, junto con las legislaturas estatales donde Morena tiene una mayoría, le otorga al nuevo gobierno la capacidad de aprobar y promulgar reformas a la constitución mexicana y las leyes federales, asegurar el presupuesto federal y nombrar funcionarios relevantes en todas las áreas del gobierno, incluido el sector financiero.

Obrador ha prometido reformas políticas muy necesarias para combatir la corrupción, el crimen y la pobreza. Algunos de estos involucrarán al sistema financiero. Por lo tanto, el papel de las instituciones mexicanas, incluidos el poder judicial, los partidos de oposición, los funcionarios públicos y las organizaciones de la sociedad civil, será fundamental como contrapeso a los cambios injustificados o injustificados y para ofrecer orientación y asesoramiento en áreas donde la experiencia es un activo necesario.

Con respecto a la fortaleza institucional, en los últimos 30 años, se han promulgado varias enmiendas constitucionales diseñadas para limitar el poder presidencial, potenciar la función judicial y legislativa y crear organismos gubernamentales autónomos (con autoridad en áreas donde el conocimiento técnico es importante). Estas enmiendas le han permitido a México construir instituciones sólidas y, además, adoptar y hacer cumplir leyes responsables en materia financiera y fiscal, estableciendo un ambiente saludable para el desarrollo financiero y económico.

El poder judicial, por ejemplo, ha aumentado su independencia, poder y autoridad desde las reformas de 1994 y, particularmente, desde la reforma de los derechos humanos de 2011. Esto establece que los derechos humanos contenidos en las convenciones y tratados internacionales de los cuales México es parte tienen una jerarquía igual a las disposiciones de la constitución mexicana y superior a las leyes generales, federales y locales del país. En la medida en que continúe la consolidación de la fuerza y ​​la relativa autonomía de este poder (en México, los jueces de la Corte Suprema son propuestos por el presidente y aprobados por la Cámara de Senadores), debe haber una restricción efectiva del poder presidencial. en los aspectos de competencia judicial.

Con respecto a las áreas donde se justifica el conocimiento técnico y la protección contra la interferencia política, se han creado varios órganos constitucionales autónomos. Estas instituciones tienen independencia organizativa y financiera. El mandato de sus principales funcionarios es escalonado y es más largo que seis años, excediendo el mandato presidencial, para fortalecer su independencia. Estas instituciones incluyen el Banco de México (el Banco Central), el Instituto Nacional Electoral de México, la Comisión Federal de Competencia Económica de México, el Instituto Federal de Telecomunicaciones de México y el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos de México, entre otros. No hace falta decir que, para asuntos comerciales y financieros, la autonomía e independencia de estos organismos, con respecto al gobierno federal, es esencial.

Es importante señalar que el único organismo autónomo con autoridad directa sobre el sistema financiero es el Banco de México. Al igual que con otros bancos centrales, su mandato incluye fomentar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda mexicana, promover el desarrollo saludable del sistema financiero y sus regulaciones, y permitir el correcto funcionamiento de los sistemas de pago. Aunque, indirectamente, la Comisión de Competencia también tiene la capacidad de intervenir en asuntos financieros, ya que su mandato es garantizar la libre competencia y la competencia financiera.

Vale la pena mencionar que durante el próximo período presidencial, al menos tres de los 11 jueces de la Corte Suprema y cuatro de los siete comisionados de la Comisión de Competencia serán nombrados, todos los cuales serán propuestos por el presidente y ratificados por el Senado.

México también tiene un importante contrapeso en la Auditoría Superior de la Federación, que depende de la Cámara de Diputados. Esta institución posee una autoridad considerable y está a cargo de supervisar la gestión de los recursos públicos federales mexicanos. Esta supervisión podría incluir partidos políticos, que están parcialmente financiados con fondos públicos.

El presidente tiene amplios poderes con respecto al sistema financiero. Además de su autoridad para la formulación de políticas, el poder ejecutivo tiene control directo sobre la mayoría de los reguladores financieros y, al contar con la mayoría en el Congreso, el próximo presidente también podrá nombrar a aquellos que requieren aprobación legislativa.

Con respecto al Banco de México, su junta de gobernadores es designada por el presidente y aprobada por el Senado. Es importante tener en cuenta que durante el próximo mandato presidencial (2018-2024) se renovará casi la totalidad de la junta de gobernadores.

El resto de las autoridades financieras son parte del poder ejecutivo y sus funcionarios no están protegidos por términos fijos; por lo tanto, pueden ser removidos en cualquier momento por el presidente. Tal es el caso de: (i) la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de México, cuyo jefe es miembro del gabinete del presidente y designado por éste (previa ratificación de la Cámara de Diputados) y que, en general, tiene la autoridad para planificar, coordinar y supervisar entidades financieras; y (ii) la Comisión Nacional de Banca y Valores de México, que regula la mayoría de las entidades financieras, incluidos bancos públicos y privados, corredores de bolsa, cooperativas de crédito, fondos de inversión, asesores de inversión, agencias de calificación y cámaras de compensación, entre otros, y que, a pesar de su carácter técnico. autonomía, aún está sujeta al control del ejecutivo ya que su director general es designado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y su junta directiva está integrada por funcionarios vinculados al gobierno federal. En una situación similar a la de la Comisión Bancaria están la Comisión Nacional Mexicana de Seguros y Bonos (que regula las compañías de seguros y bonos), la Comisión Nacional Mexicana del Sistema de Ahorros para la Jubilación (que regula y supervisa los recursos para las pensiones del sector privado trabajadores), la Comisión Nacional Mexicana para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros y el Instituto Mexicano para la Protección del Ahorro Bancario (que es responsable del seguro de depósitos para los bancos), todos los organismos gubernamentales están integrados principalmente por funcionarios vinculado al gobierno federal.

A través de las agencias y funcionarios mencionados anteriormente, el gobierno podrá emitir reglas sobre, entre otros, requisitos de capitalización, transacciones autorizadas, protecciones al consumidor, límites de crédito o inversión, y gobierno corporativo. También podrá decidir sobre la supervisión y el cumplimiento de dichas normas. Además, puede implementar programas y planes que involucren servicios financieros. Todo lo cual tendrá un efecto en el sistema financiero.

Por el momento, es difícil predecir cómo actuará el nuevo gobierno con respecto al sistema financiero. Sin embargo, el "Proyecto de la Nación Mexicana" 2018-2024 preparado por representantes del nuevo presidente durante su campaña, aunque no vinculante, proporciona algunas pautas sobre la dirección en la que podría moverse la economía, así como la regulación financiera.

En materia económica, el proyecto contiene aspectos positivos, como la intención de evitar una mayor deuda, el equilibrio fiscal y una estricta disciplina financiera. También reconoce la necesidad de aumentar la capacidad de producción de petróleo, incluso a través de empresas nacionales privadas y extranjeras mexicanas en el marco de la reciente reforma energética.

En cuanto a la inversión extranjera, se reconoce la importancia de mantener y respetar los acuerdos comerciales. Esto es relevante, ya que México es uno de los países con más acuerdos comerciales internacionales en el mundo. Los más relevantes incluyen el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el Acuerdo Comercial de la Unión Europea y México (Acuerdo Comercial UE-México) y el Acuerdo Integral y Progresivo para la Asociación Transpacífica (CPTPP). Dado que México tiene varias entidades financieras cuyas sociedades de cartera están ubicadas en los EE. UU., Europa y Asia, estos acuerdos son importantes ya que contienen medidas de protección de la inversión, incluido un trato justo y equitativo, así como protección y total seguridad, y otras medidas como nacionalización, expropiación o medidas equivalentes que afectan la inversión. Todo lo anterior está sujeto a control jurisdiccional o arbitral.

Con respecto al sector financiero, el proyecto declara su preocupación por que México tenga una estructura bancaria altamente concentrada y barreras para la competencia; por lo tanto, propone reformas legales para proporcionar incentivos para la creación de más entidades financieras, disminuir los costos de regulación y supervisión, y fortalecer y ampliar las facultades de la Comisión de Competencia y la Comisión de Consumidores Financieros. Si bien México ha avanzado en este asunto, como lo reconocen el Banco de México y la Comisión de Competencia, esta última recomienda fortalecer la competencia, aunque en áreas muy específicas, como los cajeros bancarios, garantizando el intercambio de información de los clientes entre las entidades financieras. , y acceso libre y no discriminatorio a las redes de compensación.

El proyecto también acusa a las entidades financieras de ser los principales responsables y beneficiarios de la falta de control sobre el lavado de dinero en México. Propone, entre otras acciones, fomentar y fortalecer los controles del sistema bancario sobre el lavado de dinero. En esta área, vale la pena señalar que el Grupo de Acción Financiera (Financial Action Task Force) publicó las 'Medidas contra el lavado de dinero y medidas contra la financiación del terrorismo-México' en enero de 2018. Este documento reconoce que México tiene una regulación contra el lavado de dinero y contra el financiamiento del terrorismo, que está maduro con un marco legal e institucional bien desarrollado. El documento también destaca que las autoridades tienen una buena comprensión de los riesgos de estas prácticas y una buena cooperación y coordinación de políticas, y que el sector financiero también muestra una buena comprensión de las principales amenazas.

Es demasiado pronto para saber si las nuevas políticas tendrán un efecto positivo o negativo en el sistema financiero de México. Por el momento, los mensajes de Obrador han sido positivos en el sentido de que se respetará la libertad empresarial, así como la del Banco de México. También ha sugerido que se mantendrá la disciplina financiera y fiscal, y que se reconocerán los compromisos adquiridos con empresas y bancos mexicanos y extranjeros.

Dado que el gobierno tiene ambas cámaras del Congreso, debería ser capaz de evitar puntos muertos legislativos y aprobar enmiendas legislativas y presupuestos seguros que permitan la implementación de políticas que puedan resolver algunos de los principales problemas en México, incluida la desigualdad, la corrupción y la inseguridad. Sin embargo, las decisiones impulsivas podrían debilitar nuestras instituciones y tener un efecto negativo en nuestro sistema financiero. Por lo tanto, se debe brindar apoyo a aquellas iniciativas destinadas a mejorar la situación general de México y su gente, pero se debe prestar atención a las políticas y decisiones que pueden dañar la estabilidad necesaria para el desarrollo del sistema financiero.

Fuente: Financier Worldwide Magazine - Septiembre 2018.

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La nueva ley mexicana de tecnología financiera: equilibrando la innovación, la seguridad y la estabilidad

Varios factores han contribuido a que México se convierta en un terreno fértil para las empresas FinTech. Al igual que en otros países, la demanda de préstamos más baratos, mayores retornos y servicios financieros más ágiles, combinados con sentimientos de desconfianza hacia los intermediarios financieros tradicionales y grandes sectores de la población que se quedaron (o sintieron) desatendidos, han dado lugar a oportunidades comerciales para estas empresas. Los sitios web y las aplicaciones de FinTech se han generalizado, y algunos de ellos incluso han desarrollado agencias dentro de las tiendas de la esquina, que ponen sus servicios a disposición de quienes carecen de acceso a dispositivos tecnológicos.

Según Finnovista, México se convirtió en el líder latinoamericano de FinTech en 2017, con más de 200 startups de FinTech, mientras que un estudio de 2017 realizado por EY coloca a México en segundo lugar, detrás de Brasil. Considerando el acceso a internet y la tecnología de bajo costo, con aproximadamente 81 millones de líneas móviles con acceso a internet de banda ancha reportadas en el primer trimestre de 2017, se espera que el número de nuevas empresas aumente junto con la adopción y el uso de productos FinTech por parte de los consumidores.

Sin embargo, la información, así como la información errónea, sobre las ventajas y oportunidades que ofrecen estas nuevas tecnologías, se difunden rápidamente y sin la supervisión adecuada. En consecuencia, los consumidores están expuestos a varios riesgos, pocas protecciones y recursos legales poco claros. Mientras tanto, a medida que el sistema financiero tradicional ha seguido invirtiendo y creando unidades centradas en el desarrollo de soluciones de banca digital, siguen estando limitadas por las restricciones impuestas por las leyes y reglamentos dirigidos a garantizar la estabilidad y la seguridad del sistema financiero y sus consumidores, también en cuanto a prevenir delitos financieros. Esto hace que sea más difícil para las compañías financieras tradicionales competir con nuevos modelos comerciales no regulados, como las actividades de FinTech, que generalmente escapan al alcance de las regulaciones financieras y, a veces, caen dentro de las regulaciones comerciales más laxas.

En lo que respecta al comercio electrónico, los Códigos Federal Civil y Comercial contienen capítulos que reconocen los canales electrónicos como medios válidos y legítimos para expresar el consentimiento y dar a luz obligaciones y derechos entre las partes, además de ser exigibles en los tribunales, sin imponer La estricta normativa aplicable a la banca electrónica. La Ley Federal de Protección al Consumidor (no aplicable a las entidades financieras) también proporciona la base sobre la cual puede operar el comercio electrónico, y generalmente es aplicable a las empresas FinTech. Sin embargo, esto es menos restrictivo que las protecciones financieras para el consumidor. Además, a las compañías de FinTech también se les puede exigir que cumplan con la ley comercial contra el lavado de dinero, que requiere ciertas obligaciones de informar y conocer a su cliente (KYC), pero que no requiere la implementación de sistemas, revisión contra sanciones, listas negras o cumplimiento de organismos corporativos.

Desde una perspectiva financiera, las leyes aplicables a bancos, corredores de bolsa, compañías de seguros, fondos de inversión, transmisores de dinero y otras entidades financieras contienen reglas estrictas con respecto a la autorización para proporcionar servicios de intermediación financiera, incluidos los canales electrónicos. Sin embargo, como país de derecho civil que enfatiza las promulgaciones legislativas y regulatorias, cualquier actividad que no esté expresamente cubierta por la ley o regulación puede ser desarrollada válidamente por particulares. Las definiciones aplicables a los servicios financieros se desarrollaron antes de la nueva revolución tecnológica, y actividades como la toma de depósitos, la intermediación de valores y la transferencia de dinero no cubren los servicios de billetera electrónica, crowdfunding y plataformas de pago electrónico. Por lo tanto, sin leyes habilitadoras, los reguladores financieros no pueden actuar. Esto es cierto incluso si la conducta o el servicio de FinTech claramente cae dentro de la naturaleza de su mandato, los servicios son iguales a los ofrecidos por los intermediarios financieros o podrían representar un riesgo para los consumidores. Estas lagunas y áreas grises han sido explotadas por las empresas FinTech, dejando a los reguladores al margen.

En este contexto, los reguladores financieros se preocuparon ya que los productos FinTech ofrecían poca o ninguna seguridad legal, consecuencias fiscales inciertas y ninguna norma de protección al consumidor. Además, representaban riesgos debido a la falta de supervisión, su efecto potencial en el sistema financiero y como una apertura a las actividades de lavado de dinero y delitos financieros. Por lo tanto, en 2016, el gobierno federal mexicano asumió el desafío de redactar una ley que permitiera la innovación tecnológica, al tiempo que ofrece protección al consumidor y requisitos prudenciales financieros, sin crear cargas administrativas y regulatorias injustificadas para las empresas FinTech y las nuevas empresas. Los borradores de la ley fueron discutidos con los sectores bancario y FinTech que, en ocasiones, solicitaron cambios y normas opuestos. Los bancos buscaron, entre otras cuestiones, un campo de juego nivelado, incluida una mayor flexibilidad para ofrecer servicios a través de canales electrónicos, ya que las regulaciones redujeron la innovación de los intermediarios tradicionales, permiso para invertir en empresas FinTech y aprovechar las sinergias y los estrictos requisitos para acceder a las interfaces de programación de aplicaciones. (API) de terceros, para garantizar la seguridad de la información del cliente. Por su parte, las compañías de FinTech argumentaron que los requisitos y costos regulatorios obstaculizarían la innovación y reducirían la competencia, y que las API deberían estar sujetas a pocas restricciones que permitan el desarrollo de nuevos productos y servicios.

Para septiembre de 2017, se publicó digitalmente un nuevo borrador de la iniciativa en el sitio web de la Comisión Federal de Mejora Reguladora para consulta pública. En ese momento, el borrador, que cumplía con las pautas emitidas por la Junta de Estabilidad Financiera, recibió el apoyo de FinTech y las asociaciones bancarias, y pocos comentarios de partes privadas. La iniciativa se presentó al Senado, que recibió recomendaciones de la Comisión Federal de Competencia. Estos se dirigieron principalmente a incluir regulaciones que tenían como objetivo garantizar que las empresas de FinTech pudieran competir con los intermediarios tradicionales a través del acceso a la información y los servicios financieros, que la Comisión definió como activos esenciales. La iniciativa fue aprobada por el Senado con pequeños cambios, y luego por la Cámara de Diputados. Luego fue enviado al Ejecutivo, firmado y publicado en el Boletín Oficial de la Federación en marzo de 2018, convirtiéndose en ley.

Entre otros asuntos, la ley FinTech (Ley para las instituciones de tecnología financiera) contiene las disposiciones que se enumeran a continuación.

Primero, regula dos tipos de compañías de FinTech: crowdfunding (deuda, capital, copropiedad o regalías) y pago electrónico (incluidas billeteras electrónicas). Ambos tipos están sujetos a la protección del consumidor, el antilavado de dinero y las normas prudenciales, que se definirán en reglamentos secundarios.

En segundo lugar, establece que las empresas FinTech estarán reguladas por la Comisión Nacional de Banca y Valores y el Banco Central, y requerirán la autorización de la Comisión para ofrecer sus servicios en México.

En tercer lugar, establece que las empresas de crowdfunding serán responsables de los daños y perjuicios si sus clientes no cumplen con sus obligaciones (por ejemplo, perfiles de clientes y emisión de criterios de inversión y selección de deudores, entre otras características).

Cuarto, establece que las compañías de pago pueden, sujetas a autorización, ofrecer servicios de transferencia de dinero y retiros de efectivo (pero no pueden pagar devoluciones o intereses), entre otras características.

En quinto lugar, establece que las entidades que actualmente ofrecen servicios que se encuentran dentro del alcance del crowdfunding o las compañías de pagos electrónicos pueden continuar operando en el entendimiento de que deben solicitar autorización dentro de los 12 meses posteriores a la emisión de regulaciones secundarias por parte de la Comisión. Si no solicitan dicha autorización o si se deniega la misma, se les pedirá que dejen de ofrecer sus servicios y solo se les autorizará a realizar las acciones necesarias para concluir cualquier transacción en el lugar.

Sexto, establece que solo las entidades financieras y las empresas FinTech pueden realizar transacciones con dichas monedas cuando lo autorice el Banco Central de México. Sin embargo, esta ley no regula las criptomonedas en sí. Las regulaciones secundarias establecerán las características que deben cumplir las criptomonedas permitidas.

Séptimo, obliga a las instituciones financieras y a las empresas de FinTech a desarrollar API que puedan compartir con otras instituciones, compañías de FinTech y, en general, entidades especializadas en tecnología de la información (actualmente no existe una definición de lo que constituye una entidad especializada en tecnología de la información). ) la siguiente información: (i) información pública (por ejemplo, ubicaciones de sucursales); (ii) datos agregados de transacciones; y (iii) información transaccional de los clientes y autorización previa de dichos clientes. Las entidades financieras pueden cobrar tarifas con respecto a dichos intercambios de información. Sin embargo, la ley establece que tales tarifas deben ser transparentes y no pueden constituir barreras de entrada.

Finalmente, crea un marco normativo sandbox para servicios de innovación, accesible para las empresas y entidades financieras de FinTech.

Dado que varios asuntos se han dejado a regulaciones secundarias, se esperan negociaciones difíciles entre las autoridades, el sector financiero tradicional y las asociaciones FinTech. Como sucedió con las negociaciones sobre la ley FinTech, el terreno común entre los principales actores es escaso. Es probable que las empresas de FinTech presionen por una regulación y supervisión flexibles, así como por el acceso a servicios financieros e información en poder de intermediarios tradicionales para innovar, crecer, competir y prosperar en un mercado ya competitivo. También es probable que presionen por un gobierno corporativo ligero que incluya organismos de cumplimiento, acceso a la información del consumidor, un pequeño capital obligatorio y un amplio espacio para desarrollar y experimentar con nuevas tecnologías. Excesivos requisitos corporativos y de capital obstaculizarán la posibilidad de nuevas empresas nuevas, especialmente el tipo de garaje, mientras que los requisitos tecnológicos podrían convertirse en una barrera para la innovación y un pretexto para negar el acceso al sistema financiero y la información. Las solicitudes de las empresas de FinTech deben entenderse como demandas legítimas para que la ley cumpla su propósito.

No obstante, los reguladores, los intermediarios tradicionales y los organismos internacionales también tienen preocupaciones genuinas y válidas, derivadas de la experiencia y las prácticas y acuerdos internacionales. Por ejemplo, la Junta de Estabilidad Financiera identificó varios problemas que merecen atención, incluida la mitigación de riesgos cibernéticos, el monitoreo de riesgos micro financieros (flujos de financiación en FinTech) y la gestión de riesgos operativos de proveedores de servicios externos (que se están volviendo más prominentes y críticos, especialmente en las áreas de computación en la nube y servicios de datos). También está la cuestión de los tratados y convenios internacionales firmados por México sobre prevención de delitos, lavado de dinero y financiamiento del terrorismo, entre otros, que también deberían ser aplicables a las empresas FinTech, ya que el uso ilegal de sus servicios podría facilitar tales actividades. Independientemente de cualquier otra consideración, estas recomendaciones y compromisos del gobierno mexicano se traducen en regulaciones.

Desde un punto de vista local, la experiencia ha guiado la evolución de las regulaciones y ha obligado a las entidades financieras tradicionales a aceptarlas. México sufrió una profunda crisis económica en 1994 (solo cuatro años después de la privatización de los bancos en 1990), en parte debido a las actividades ilegales de los bancos mexicanos. Además, se han producido varios incidentes que afectan a los clientes, incluidos casos de fraude y quiebra causados ​​por problemas de agencia dentro del sector financiero tradicional. A partir de estas experiencias, los reguladores e intermediarios han adaptado reglas, políticas y procedimientos para promover la estabilidad del sistema y sus entidades, así como la protección del consumidor. Estos cambios han requerido una transformación difícil en la cultura corporativa de tales compañías, así como altos costos administrativos y financieros. Si bien el retorno a estas inversiones ha llevado a una mayor estabilidad (México apenas se vio afectado por la crisis financiera internacional de 2008) y a una mayor aceptación por parte de los consumidores (incluso si se logra lentamente), aún existe desconfianza en las entidades tradicionales y el riesgo inevitable de una nueva crisis financiera Está siempre presente.

Factores externos, como una alta tasa de criminalidad y escándalos de cumplimiento muy públicos que involucran, entre otros asuntos, delitos de lavado de dinero, han afectado la percepción del sistema financiero mexicano. Esta situación ha resultado en barreras para la interacción con intermediarios internacionales, incluso cuando las entidades mexicanas están sujetas a regulaciones estrictas que cumplen con las recomendaciones internacionales. Las entidades financieras mexicanas deben soportar altos costos para cumplir con las regulaciones contra el lavado de dinero, incluido tener organismos y sistemas de cumplimiento, presentar informes (los bancos, por ejemplo, deben presentar hasta seis tipos diferentes de informes), realizar procesos KYC, mantener registros y procesar clientes y transacciones contra listas gubernamentales. Los requisitos homogéneos garantizan que el sistema esté protegido, y las regulaciones más livianas podrían significar una puerta de entrada para el delito a un sistema cerrado.

Además, hay un argumento que hacer desde una perspectiva de justicia. Los intermediarios tradicionales han trabajado arduamente para llegar a los consumidores e innovar mientras cumplen con la carga de una regulación estricta. Se han sufrido pérdidas para desarrollar bases de datos de clientes que cumplen con sus obligaciones. Los cambios constantes en las reglas han requerido una inversión adicional y procesos de creación de capacidad que requieren mucho tiempo. También se han llevado a cabo negociaciones para permitir el uso de nuevas tecnologías. Esto abre el mercado a nuevos actores que pueden no estar sujetos a los mismos costos regulatorios o tener acceso a la autorización de los reguladores y la información producida por intermediarios y consumidores del sistema financiero. Esto podría incentivar el arbitraje regulatorio, disuadir la inversión de las entidades financieras tradicionales y, por principio, generar oposición.

Con respecto a las API y el intercambio de información, para garantizar la seguridad del sistema y de los consumidores, las empresas de FinTech deben compartir los costos y la carga de los mecanismos de seguridad. Todas las partes involucradas deberían poder recuperar la inversión realizada para desarrollar interfaces y el valor de las bases de datos. Además, deben existir mecanismos de autenticación para garantizar la identidad de cualquier persona que autorice la divulgación de información. Como esto involucra parte de la información más sensible de cualquier persona, como lo reconoce la autoridad mexicana de datos personales, su regulación no debe desarrollarse favoreciendo la rentabilidad o la innovación. Las omisiones y los bajos estándares aplicables a la información podrían aumentar el riesgo de fraude, entre otros delitos financieros, que podrían afectar de manera adversa e irreversible la estabilidad del sistema y la vida de los consumidores.

Las autoridades mexicanas tienen el mandato constitucional de buscar la estabilidad financiera. Sin embargo, no establecer los límites en los que las empresas de FinTech pueden actuar es sin duda una pérdida para el público y una invitación para los actores que buscan operar fuera del marco legal. Por lo tanto, los reguladores deben escuchar a todas las partes involucradas y encontrar un equilibrio que beneficie tanto a los consumidores como al sistema. Si bien es seguro que habrá un compromiso, es imperativo que dicho compromiso no represente una vulnerabilidad a la fortaleza de todo el sistema. Para los bancos mexicanos, muchos de los cuales son filiales de entidades internacionales, la ley FinTech es una oportunidad para desarrollar nuevas herramientas y medios tecnológicos para mejorar la experiencia del consumidor, aprovechando la experiencia de su grupo internacional en el desarrollo de estrategias que permitan la fortaleza de la banca tradicional para combinarse con la innovación tecnológica y la flexibilidad de los modelos de negocio de FinTech.

Si bien es demasiado pronto para juzgar los efectos positivos y negativos de la ley FinTech, está claro que cambiará el sistema financiero mexicano y sus jugadores. Los reguladores, las entidades financieras y las empresas FinTech deben comprender, evaluar y acordar el alcance de su regulación y su posible impacto en los consumidores y el sistema.

Fuente: Financier Worldwide Magazine - Agosto 2018.

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